Cuando hablamos de consumo de alimentos, no todas las personas necesitan "lo mismo”. La edad, el sexo, el peso corporal y el nivel de actividad física, entre otras, influyen de manera directa en la cantidad de energía que el cuerpo requiere cada día. Para poder comparar hogares, regiones o poblaciones completas, la nutrición utiliza un concepto clave: el adulto equivalente.
El adulto equivalente es una unidad de referencia que permite expresar las necesidades energéticas de una población tomando como base a un adulto promedio. En Argentina, por ejemplo, esta referencia suele definirse como un varón adulto de entre 30 y 59 años, con actividad física moderada, cuyas necesidades energéticas rondan las 2.700 kilocalorías diarias. A partir de ese valor, se asignan coeficientes a mujeres, niños y personas mayores, según sus requerimientos específicos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, un adulto promedio necesita entre 2.000 y 2.500 kcal por día, aunque esta cifra puede variar considerablemente. Por ejemplo, una mujer adulta con actividad física moderada suele requerir alrededor de 2.000 kcal, mientras que un niño de 5 años necesita aproximadamente 1.300 kcal diarias. En términos de adulto equivalente, ese niño representa cerca de 0,48 AE, es decir, menos de la mitad del requerimiento energético del adulto de referencia.
Este enfoque es ampliamente utilizado en estudios socioeconómicos y nutricionales. La FAO emplea el concepto de adulto equivalente para estimar la disponibilidad energética de los hogares y evaluar situaciones de inseguridad alimentaria. Según sus informes, el consumo energético mínimo recomendado para evitar la desnutrición crónica se ubica en torno a las 1.800 kcal por persona por día, aunque este valor no contempla diferencias por edad ni sexo, lo que refuerza la utilidad del adulto equivalente como herramienta analítica.
En el caso argentino, los documentos técnicos del INDEC utilizan el adulto equivalente para calcular la Canasta Básica Alimentaria. Esta canasta busca cubrir un umbral energético cercano a las 2.750 kcal diarias por adulto equivalente, ajustado según pautas de consumo locales. Así, un hogar compuesto por dos adultos y dos niños no se mide como “cuatro personas” de manera directa y proporcional, sino como una determinada cantidad de adultos equivalentes, lo que permite estimar con mayor precisión sus necesidades reales de alimentos.
Las estadísticas muestran que este detalle no es menor. Un mismo nivel de ingresos puede ser suficiente para un hogar con baja carga de adultos equivalentes, pero resultar claramente insuficiente para otro con mayores requerimientos energéticos. Por eso, el adulto equivalente se volvió una herramienta central para el análisis de pobreza, nutrición y políticas públicas.
Entender la ingesta calórica desde esta perspectiva ayuda a mirar más allá del promedio y a reconocer que alimentarse adecuadamente no es solo una cuestión de cantidad de personas, sino de necesidades concretas. En tiempos de debates sobre seguridad alimentaria y costo de vida, estos indicadores permiten poner números —y contexto— a una realidad cotidiana.
Fuentes
Organización Mundial de la Salud (OMS). Energy and protein requirements. Report of a Joint FAO/WHO Expert Consultation
FAO (2021). The State of Food Security and Nutrition in the World
INDEC (Argentina). Canasta Básica Alimentaria y Canasta Básica Total. Metodología y resultados
Imagen 1: https://nutritionsource.hsph.harvard.edu/wp-content/uploads/2023/03/Spanish_General_HEP_Feb2015_2-1024x801.jpg
Imagen 2: Obtenida a partir de https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/sociedad/serie_cba_cbt.xls
